A menudo se piensa que la asertividad consiste sólo en decir NO y, sin embargo, ser asertivo es mucho más: consiste en ser capaz de expresarse con seguridad y confianza en uno mismo sin tener que recurrir a comportamientos pasivos, agresivos o manipuladores y, en caso de conflicto, saber llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
Algunas personas confunden la asertividad con la agresión y se dicen a sí mismos que no desean ser asertivos porque la agresión siempre es negativa. Otras optan por asumir un comportamiento pasivo y se mantienen en un segundo plano aún cuando ven sus derechos amenazados. Hay también quienes dicen ser asertivos pero en realidad, enmascaran tras esa apariencia una conducta agresiva. Para ser asertivo es necesario en primer lugar aceptar la asertividad de los demás, encajar el no ajeno, asumir el rechazo a una petición, comprender que no siempre se puede ganar y, quizás lo más difícil de todo, saber decirse no a uno mismo, aunque en este caso entran en juego otros aspectos como la voluntad y la afectividad, que hacen el proceso más complejo.
Ambos comportamientos –pasivo y agresivo– están relacionados con el miedo. El pasivo huye de lo que teme. El agresivo encubre los miedos para que los demás no descubran que son débiles. El asertivo se enfrenta a sus miedos. Cuanto más asertivo seas y más dispuesto te encuentres a mostrar quién eres, qué sientes y qué quieres, más éxito obtendrás en los campos de tu vida que tú desees.
Para ser asertivo debes poseer una actitud activa y fijarte metas que aumenten tu autoestima. Las personas que no consiguen distinguir entre ser apreciado y ser respetado se dejan atrapar por la necesidad de gustar a todos y sacrifican el respeto que se deben a sí mismos.
La asertividad se expresa mediante tres actitudes:
- Manejar el entorno. Gestionar de manera adecuada los obstáculos que surgen a cada momento en el trabajo y en tu vida personal; ya que éstos pueden hacer tambalear tu planificación diaria, especialmente si te cuesta decir no cuando es necesario.
- Gestionar tus emociones. Las reacciones emocionales inadecuadas interfieren en la realización de tu actividad y pueden impedirte que consigas sus objetivos.
- Relacionarte interpersonalmente. Ser capaz de relacionarte de forma sana con las personas que te rodean, de forma que puedas hacerles peticiones, pedirles favores y mostrar tu desacuerdo con ellos cuando sea necesario.
Una conducta asertiva aumenta la autoestima, reduce el estrés, fomenta relaciones sanas y positivas, permite mantener en todo momento el respeto por uno mismo e impide la manipulación emocional.
Si aún no lo has hecho, ¡atrévete a dar el primer paso hacia la plena utilización de esta valiosísima competencia que te impulsará hacia el éxito!
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