He comenzado a ver en Netflix la serie «New Amsterdam» (llevo 14 capítulos de la primera temporada) y me parece interesante analizar el estilo de liderazgo del protagonista, que no deja indiferente a nadie, y que como expongo en este post, tiene sus luces y sus sombras. Max es el director médico del «New Amsterdam», el hospital público más grande de EEUU. Max es contratado después de dirigir con éxito una clínica y llega al hospital New Amsterdam con muchísimo empuje y motivación. Lo primero que hace nada más llegar es despedir a todos los médicos del departamento de Cardiología por imputar horas falsas al hospital. Y el primer día se reúne con todos los jefes de Departamento haciéndoles una y otra vez la pregunta «¿Cómo puedo ayudar?». Además, tiene una clara visión para revolucionar el hospital, que está demasiado burocratizado y alejado del foco de lo realmente importante: el cuidado de los pacientes. Todos los empleados del hospital, salvando los despedidos, recuperan la ilusión perdida, parece que incluso reconectaran con su vocación ya olvidada y enterrada entre tanto estrés, dificultades, burocracia e intereses financieros ajenos a la auténtica medicina.
Hasta aquí, sin duda, un modelo de gran líder: idealista, apasionado, carismático, dispuesto a desafiar incluso a su propio jefe jugándose su puesto varias veces, implicado totalmente con los pacientes, recorriendo constantemente el hospital e interesándose por cómo se está tratando a los pacientes, y además demostrando un liderazgo de servicio (¿Cómo puedo ayudar?). También escucha y demuestra una alta empatía con todos sus profesionales, y se enfoca cuando es necesario en la parte humana. No le falta tampoco la firmeza y la asertividad para comunicar decisiones difíciles o compartir sus opiniones discordantes e incómodas. Todo ello para que todos los empleados del hospital tengan el foco puesto en lo importante: cuidar al paciente y salvar vidas.
Sin embargo, a medida que avanza la primera temporada de la serie observamos detalles que distan de corresponder a un buen líder. Max es todo menos equilibrado, casi se puede decir que es un workaholic, poniendo en peligro la relación con su pareja, que está embarazada y necesita atención. Quiere estar en todas partes y termina saturado y abrumado, es decir, cae frecuentemente en el micromanagement, porque controla y supervisa con tanto detalle y tan de cerca el trabajo de los médicos, enfermeros e incluso de los propios Jefes de Departamento que no les deja la necesaria autonomía. Además, en varios momentos desautoriza públicamente a dichos Jefes, que son sus médicos de confianza y además amigos, y los desautoriza delante de los pacientes, en lugar de mantener una conversación privada sobre sus diferencias de criterio.
En otro momento se deja llevar por sus emociones y su historia personal y dedica un día y una noche enteros a atender personalmente a una paciente, olvidando que su labor es dirigir el hospital, y no atender directamente a los pacientes, para lo que tiene a un montón de médicos y enfermeros muy profesionales. A veces incluso se le ve llevando personalmente la camilla de un enfermo, lo que resulta un poco ridículo teniendo en cuenta que podría aportar muchísimo más valor dedicándose a sus verdaderas responsabilidades: dirigir el hospital, motivar y desarrollar a su equipo directo, etc. Además, este sobre esfuerzo y estrés acumulado le lleva a caer fulminado y estar al borde de la muerte, ya que para más inri tiene cáncer de garganta en fase avanzada y ha ido posponiendo el inicio del tratamiento a causa de su obsesión por el trabajo y por estar en todas partes y con total implicación.
Evidentemente, todos empatizamos y cogemos cariño al personaje, y salvando las distancias de que es una serie americana y por tanto, hay muchos elementos poco realistas, el análisis del liderazgo de Max nos puede dar muchas pistas de por dónde debe ir nuestra forma de liderar en nuestra organización y en nuestras vidas personales. Podemos aprender de las fortalezas de Max ya mencionadas (liderazgo de servicio, humildad, pasión, idealismo, firmeza, empatía, compromiso máximo con el cliente final que es la prioridad número uno, desafío del status quo, bajar al terreno real y no liderar desde el despacho) pero también aprender de sus debilidades (mala gestión de emociones que le llevan a olvidar sus responsabilidades, micromanagement, falta de confianza en su equipo directo de jefes de Departamento y por tanto excesivo control, obsesión excesiva por el trabajo dedicando demasiadas horas y olvidando su equilibrio personal y emocional hasta límites peligrosos para su propia vida).
Así pues ¿Qué podrías aplicar tú de este análisis en tu forma de liderar a tu equipo?
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Javier Carril
Socio de Execoach
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