Hasta hace unos años, el liderazgo que supuestamente funcionaba en las empresas y con el que se conseguía que los trabajadores hicieran su trabajo era un liderazgo impregnado de energía masculina, un liderazgo basado en la autoridad, en la imposición, en dar un puñetazo encima la mesa.  Y las mujeres que conseguían llegar a ocupar altos cargos dentro de las empresas repetían los mismos patrones que habían observado en sus superiores e incluso los acentuaban porque sentían que era la única manera de ser tenidas en cuenta y de que su voz se escuchase.

De nada nos sirve luchar por la paridad en los puestos de máxima responsabilidad en las empresas, si el liderazgo se ejerce de la misma manera, con independencia de que sea un hombre o una mujer la que lo desempeñe.

Al hablar de liderazgo femenino, me refiero a liderar desde la energía femenina, con independencia de que sea un hombre o una mujer la que lo ejerzan. Me refiero, a un liderazgo basado en la humildad, en la flexibilidad, en la determinación y en la confianza, cualidades que pueden ser puestas al servicio de un equipo tanto por hombres como por mujeres.

En los talleres de “liderar desde lo femenino” que imparto, observo como la mayoría de las personas tienen como referentes de liderazgo a hombres. Algunas personas que recurren a mis talleres lo hacen porque son conscientes de que, desgraciadamente, su experiencia, conocimientos y referentes no son suficientes y quieren conocer las claves para liderar sin entrar en contradicción con sus valores,  con su manera de “estar en el mundo” o con su «esencia».

Desde mi experiencia acompañando a cientos de organizaciones y equipos a alcanzar su máximo desempeño, si queremos retener el talento en las empresas y acompañar a los trabajadores a desplegar todo su potencial, el modelo de liderazgo que se necesita es el basado en lo que tradicionalmente se ha asociado a la energía femenina, el que se ejerce desde la escucha, la empatía y desde la valentía que se necesita para ser vulnerable, sin tener miedo a quitarse la armadura y a que se perciba al ser humano, que hay detrás del líder, tal y como es.

Liderar en femenino para mi supone también poner en valor a todas esas líderes invisibles que están y han estado al servicio de los demás, pero que su forma de ser no ha sido validada por la sociedad. En mis talleres busco que los líderes que están en la sombra se pongan en valor y que aquellos a lo que los focos los iluminan, tengan curiosidad por descubrir qué pueden aportar las personas que por su modo de estar en el mundo, están en la sombra.

Mi aprendizaje de vida me lleva a considerar que liderar desde la energía femenina, es tan sencillo y tan complicado a la vez como tener la firme convicción de que para influir en los demás (para dejar esa huella positiva) hay que hacerlo desde la autenticidad de cada uno.  Y esto requiere de mucha valentía porque hay que ir sin armadura, sin protección, sin complacencia…  Cuando yo hablo de energía femenina, en realidad me estoy refiriendo a la autenticidad del ser humano, no solo a la femenina, me refiero al equilibrio auténtico entre las dos:  la energía ying (más flexible y femenina) y la energía yang (más intensa y masculina).

Liderar desde la energía femenina está relacionado con la consciencia, con la presencia, con estar en conexión con nuestro ser, con la aceptación, con el no juicio, con la amabilidad…. Cualidades que todos podemos desarrollar y que nos hacen avanzar no solo como líderes si no también como sociedad.

 

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Rosa Cañamero
Coach Ejecutivo MCC & Consultora de Transformación Cultural

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