En la cultura occidental del «Hacer» se nos ha olvidado la importancia del «Ser». Nos han programado desde la infancia con la necesidad de ser productivos con nuestras acciones y decisiones, y vamos corriendo a todas partes, con la lista de tareas rodeando nuestro cuello como si fuera una soga, y que poco a poco va apretando y dejándonos sin respiración. Esa lista infame que no sólo no se termina nunca, sino que aumenta como si fuera un monstruo de 7 patas, que cuando le cortas una pata, le salen cuatro patas nuevas.
En el mundo laboral esta obsesión por el «Hacer» se potencia hasta límites inimaginables, olvidando nuestras necesidades emocionales y corporales, y como consecuencia, olvidando e ignorando las necesidades emocionales y físicas de las personas con las que trabajamos. Últimamente en sesiones formativas o sesiones grupales de coaching con directivos o responsables de equipo suelo repetir la frase: «Antes que jefes de Departamento, directivos o profesionales, sois personas».
Es obvio que las tareas laborales hay que hacerlas, pero mucho más importante es quién es la persona que hace dichas tareas, cómo se siente, cómo está su salud mental y su salud física.
Las terribles consecuencias de este foco masivo en la tarea (o mejor dicho, en la multitarea) y no en la persona son los siguientes:
- Agotamiento al no permitirnos descansar de la lista de tareas, estrés y ansiedad crónicos, y depresión, que ocasionan numerosas bajas laborales.
- Robotización y pérdida de empatía hacia nosotros: no nos damos cuenta de nuestras necesidades y en consecuencia no las cuidamos.
- Falta de empatía hacia los demás. Nos convertimos en personas egocéntricas y que no nos interesamos realmente por cómo se sienten las personas que trabajan con nosotros (nuestro equipo, nuestros compañeros, nuestro jefe)
- Bajada drástica de nuestra motivación y rendimiento y del de nuestro equipo o compañeros en el trabajo, al desatender partes fundamentales de nuestro bienestar mental, emocional y físico.
Cuando reconocemos nuestra vulnerabilidad como seres humanos, admitiendo que sufrimos estrés, ansiedad, ira o miedo, estamos conectando con nuestro Ser. Cuando cuidamos nuestro cuerpo físico (haciendo deporte, durmiendo y descansando lo necesario, comiendo sano, etc.) estamos cuidando la gran herramienta que nos permite movernos, realizar nuestro trabajo y ganarnos la vida.
Pero la programación mental que todos hemos recibido, y que llevamos de modo inconsciente durante todas las actividades que realizamos en el día, es muy poderosa. Para erradicar los aspectos dañinos evidentes necesitamos realizar un ejercicio de conciencia, conectando con nuestro «Ser» y con nuestras necesidades físicas, emocionales, mentales y hasta espirituales.
Una de las habilidades más importantes para combatir esta programación mental y cuidar a la persona que está detrás de las múltiples tareas, roles y objetivos es el Mindfulness (atención plena). El mindfulness puede considerarse sin duda como una competencia o habilidad, concretamente la habilidad de dirigir nuestra atención al momento presente de manera intencionada con una actitud serena, ecuánime y sin juicios. Esta habilidad mental se entrena a través de prácticas y ejercicios concretos de meditación donde focalizamos la atención, por ejemplo, en las sensaciones corporales, o en nuestras emociones, o simplemente en nuestra respiración, en el momento presente. Cuanto más practiquemos mindfulness, más conectados estaremos con nosotros y con nuestro «Ser», y más desconectados de la programación enfocada en la multitarea y en la productividad permanente.
El conocido filósofo Nuccio Ordine, en su Manifiesto «La utilidad de lo inútil» reivindica que debemos dedicar gran parte de nuestro tiempo a lo que en teoría se considera inútil, según la creencia predominante occidental. Estamos hablando de leer un libro, de sentarse a contemplar un amanecer, de meditar, o simplemente de no hacer nada y descansar. Todo esto pone muy nerviosa a nuestra mente bien programada y entrenada para ser productiva y estar inmersa constantemente en la lista de tareas. Pero es precisamente estas actividades «inútiles», según Ordine, lo que nos hace ser más humanos, más conscientes y empáticos, más sabios y compasivos.
Así que la habilidad del mindfulness nos ayudará a liberarnos de la soga de la lista de tareas, a dedicar más tiempo a «Ser», y esto significa empezar a cuidarnos más a nivel físico, a nivel mental y a nivel emocional. Todo ello nos conducirá a estar más tiempo viviendo el presente (y no tanto tiempo planificando, proyectando, rumiando acontecimientos del pasado o juzgándonos a nosotros y a los demás), y en consecuencia, disfrutaremos el aquí y ahora con plenitud, que es sin duda la clave de la felicidad duradera.
Pero es que además el mindfulness y su cultivo del «Ser» nos ayudará, paradójicamente, a ser más productivos que nunca, a «Hacer» con más sabiduría y efectividad al tener más claridad mental, más equilibrio emocional y más salud física. El mindfulness nos ayudará no sólo a gestionar nuestras emociones y nuestro estrés, sino a tomar mejores decisiones y a ofrecer la mejor versión de nosotros en nuestro trabajo y en nuestra vida.
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Javier Carril
Socio de Execoach.
MCC (Master Certified Coach) por ICF
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