Tener un mal jefe, es la razón principal de que un trabajador se vaya de su empresa porque está íntimamente relacionado con los factores principales de rotación en un puesto de trabajo.

Muchos directivos piensan que sus empleados se van porque han encontrado una oferta mejor en condiciones económicas o laborales. Y por supuesto que eso influye, pero esto no suele ser el detonante principal a no ser que las condiciones del trabajo actual estén muy por debajo del nivel mínimo que exige el trabajador.

Si una persona está contenta con su jefe o responsable superior, las posibilidades de que ese talento se vaya a otra compañía se reducen drásticamente.

Sin embargo, tener un buen jefe no significa sonreír por las mañanas a tus empleados o invitar a comer al equipo una vez al año a la fiesta de la compañía.

Un trabajador suele perder la motivación cuando:

  • No crece o no se desarrolla dentro de su puesto.

Muchas personas piensan que desarrollarse implica escalar dentro de la pirámide organizacional, y nada más lejos de la realidad. El crecimiento puede darse perfectamente dentro del puesto y el jefe directo es responsable de esa tarea.

Los retos profesionales crean estímulos que conectan con la motivación personal. De hecho, no hay nada más desmotivador que un trabajo repetitivo y monótono en donde el único motivo para ir a trabajar es el económico.

El salario puede ser un factor muy desmotivador si no llega a los mínimos requeridos por el empleado, pero a partir de un umbral, no es capaz de motivar o al menos, no es capaz de motivar de manera sostenible.

Un buen jefe no trata a todas las personas por igual, sino que sabe reconocer el esfuerzo y promueve conductas para que los demás tengan mejor rendimiento, adaptando las tareas de cada uno a las motivaciones personales.

  • No se siente valorado o está poco reconocido

Los sistemas de incentivos de las empresas en la mayor parte de los casos dejan mucho que desear. Todavía tenemos sistemas de salarios ligados a la antigüedad y no a la productividad. Estos sistemas arcaicos serán patológicos en empresas que quieran desarrollarse en entornos empresariales competitivos.

Aparte de este sistema de incentivos, dentro de los entornos empresariales tenemos el reconocimiento emocional por parte del jefe. No nos podemos olvidar que el ser humano es una mezcla de raciocinio y emoción, la inteligencia racional y la emocional forman parte del ADN humano y omitir los estados de ánimo de los trabajadores significa olvidarnos de su esencia.

El ser humano busca en cada segundo de su vida ser feliz y la felicidad está ligada a cómo nos relacionamos con los demás, en nuestra familia, con nuestros amigos y en nuestro trabajo, que al final es donde pasamos tanto o más tiempo que con nuestro entorno cercano.

Los sistemas de incentivos ligados a la antigüedad y no a la productividad, serán patológicos.

Un jefe dictador o incluso algo peor, el dictador encubierto con buena habilidades de comunicación, destruye la productividad de los equipos y como consecuencia, las personas empiezan a moverse a otras compañías con todo el coste humano y económico que tiene para la empresa, sobre todo si son personas con alta cualificación o experiencia.

Pregúntate ¿Qué departamentos tienen alta rotación en tu compañía?  ¿Cuáles son los jefes con menos liderazgo de tu organización?

Posiblemente encontrarás respuestas comunes y la solución a todo esto pasa por generar espacios de escucha con todos tu empleados, implantar sistemas de evaluación 360º y encuestas de clima en toda la compañía.

Escucha a tu gente, reúnete con ellos y después trabaja en desarrollar los puntos de mejora que te hayan comentado. Utiliza la sabiduría y experiencia de todas las personas en tu equipo. No te equivocarás.

 

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Ángel Martínez Marcos
Coach Ejecutivo & Socio Director