Cuando hablamos de humanización en el contexto empresarial nos referimos a la práctica de valorar y priorizar a las personas, tanto empleados como clientes, reconociendo su dignidad, individualidad, necesidades emocionales y aspiraciones. A diferencia de la deshumanización, donde las personas son tratadas como meros recursos, la humanización busca crear un ambiente en el que las relaciones interpersonales y el bienestar de todos los involucrados sean fundamentales.

Las personas en el centro” es uno de los objetivos organizacionales que, llevado a la práctica, cuesta materializar. Sin embargo, esta visión fomenta la construcción de comunidades donde el capital humano se halla en el centro del negocio, dando pie a cimentar vínculos de calidad basados en la voluntad de compartir un espacio común a largo plazo. Las empresas comprometidas en promover la humanización suscitan una cultura de respeto y empatía.

Es fácil encontrar hoy en día organizaciones deshumanizadas, donde las personas son tratadas como números y tienen mínima importancia y valor en el entorno laboral. El problema es que esta práctica desencadena consecuencias negativas para los empleados, la cultura organizacional y el desempeño general de la empresa.

Algunas de estas consecuencias incluyen:

Desgaste emocional y estrés: Cuando las personas se sienten tratadas como objetos en lugar de seres humanos, experimentan un aumento en el estrés y el desgaste emocional. La falta de empatía y apoyo conlleva problemas de salud mental, agotamiento y desmotivación.

Baja moral y compromiso: La deshumanización disminuye la moral de los empleados y su compromiso con la organización. Si no se sienten valorados ni respetados, es probable que su nivel de satisfacción y dedicación disminuya, lo que a su vez afectará su rendimiento y productividad.

Falta de creatividad e innovación: Cuando los empleados sienten que sus ideas y aportes no son apreciados, es menos probable que participen activamente en la generación de nuevas ideas y en la búsqueda de soluciones innovadoras. Esto limita el potencial de innovación de la organización.

Alta rotación de personal: La falta de humanización está asociada a una alta rotación de personal, ya que los empleados buscan entornos laborales donde sentirse valorados y respetados. Esto redunda en costes adicionales para la organización debido a la necesidad de reclutar, capacitar y retener nuevos colaboradores.

Dificultades en las relaciones interpersonales: La deshumanización genera un ambiente laboral tenso y hostil, donde las interacciones entre pares y managers se vuelven distantes y frías, dificultando la colaboración y la construcción de relaciones sólidas dentro del equipo.

Impacto en la reputación de la empresa: Si se divulga que una organización trata a sus empleados con falta de respeto o insensibilidad, su reputación podría verse seriamente afectada. Esto podría ahuyentar a potenciales clientes, socios comerciales y futuros talentos.

Menor calidad del trabajo y servicio al cliente: La deshumanización puede traducirse en una menor calidad del trabajo realizado por los empleados, ya que pierden el interés en hacer bien sus cometidos, afectando esta situación a la calidad de los productos y servicios ofrecidos, y al impacto en la satisfacción del cliente.

Falta de lealtad y compromiso a largo plazo: La ausencia de humanización conlleva una falta de compromiso a largo plazo de los empleados para con la organización. La lealtad y la dedicación suelen construirse sobre la base de relaciones humanas sólidas y respeto mutuo.

Tras sondear estos efectos, queda patente que la deshumanización en las organizaciones tiene un impacto negativo en el bienestar de todos los individuos implicados, en la cultura de la empresa y su desempeño general. Por lo tanto, es crucial fomentar un ambiente laboral que valore tanto la individualidad como el conjunto, promueva la empatía y respete las necesidades emocionales y psicológicas de las personas.

La crisis económica que estamos viviendo alberga una alarma todavía más significativa: la pérdida de valores de las empresas y de la sociedad. Por ello es importante practicar el liderazgo consciente, para centrarnos y definir qué modelo de sociedad y de cultura organizacional queremos construir.

 

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Carmen Celemín
Coach ejecutivo & Coordinadora de Proyectos
Instagram@carmencelemincoach