En uno de los pilares en los que se apoya el Coaching para lograr su efectividad es el de la responsabilidad. El cliente que entra en el proceso asume desde el principio para lograr su objetivo.
Es fácil dejarse arrastrar por antiguos patrones de comportamiento que nos inducen a excusarnos, echándole la culpa a otro para justificar por qué algo en nuestra vida no funciona.
Podemos culpar de nuestras quebradiza economía familiar a los políticos, a la bolsa, a los padres, a la codicia de otros. De nuestras relaciones fracasadas podemos culpar a nuestras parejas por su incapacidad para entendernos. De no ascender en el trabajo a nuestros jefes o a nuestros compañeros.
La alternativa a buscar culpables es asumir la responsabilidad y enfrentarse a los desafíos que se nos presentan, en el trabajo o el ámbito personal, desde el propio crecimiento personal. Puede que, en la mayoría de las ocasiones, no nos hayan educado para asumir la responsabilidad de lo que nos sucede; pero si no estamos dispuestos a tomar conciencia de esto y a cambiar nuestra actitud y a dejar de repartir culpas; no nos capacitaremos para alcanzar nuestros objetivos de manera perdurable.
Cuando nosotros culpamos a algo externo de lo que nos pasa, le estamos entregando el control de nuestra vida , debilitándonos y dejando de liderarla.
Cuando dejemos de culpar a otros y busquemos dentro de nosotros, encontraremos los aprendizajes que tenemos que realizar y los recursos internos necesarios para superar esa circunstancia.
Nuestra capacidad para confiar en nosotros mismos eliminará el hábito de repartir culpas y nos ayudará a fomentar el de asumir nuestra responsabilidad. El beneficio añadido es el de nuestra libertad.
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Rosa Cañamero
Socia directora – Execoach
Coach Ejecutivo PCC