Muchas son las personas que se ponen delante de un auditorio para compartir sus ideas o conocimientos. Sin embargo, no todos son los que consiguen transmitir, llegar a su público y conmoverlos. Los que acuden a nosotros para que les ayudemos a dominar esta técnica, la necesidad que nos transmiten que tienen, suele coincidir en la mayoría de los casos. Nos dicen: «Cuando las circunstancias, me obligan a hablar en público, me pongo tan nervioso, que no puedo razonar y en algunas ocasiones, ni siquiera recordar lo que tengo que decir. Quiero adquirir suficiente confianza en mí mismo, para poder expresar con fluidez y convicción mis pensamientos»
Nuestra metodología de trabajo en la empresa, con la mayoría de los clientes y con independencia de la competencia que se quiera mejorar, va en dos direcciones. Por un lado, trabajamos con la persona para fortalecer la confianza que tienen en sí misma, para mejorar su desempeño en esa habilidad. Por otro lado, les dotamos de los conocimientos necesarios para poder desarrollarla con la mayor eficacia posible.
En esta segunda dirección, trabajamos con ellos uno de los aspectos más importantes para transmitir y llegar al público cuando nos dirigimos a él, sea delante de una junta directiva o en una sala de conferencias: la calidad del discurso que van a ofrecer. Un discurso debe ser tan natural, que los oyentes no reparen en el modo de hablar del comunicador, sino solamente en el contenido de éste.
Y para conseguir esta naturalidad en el discurso, les proponemos seguir cinco pautas sencillas:
1. Poner el corazón en su discurso. El oyente debe sentir que el mensaje sale de la mente y el corazón del comunicador, y que va directamente a su mente y a su corazón. La sinceridad verdadera y emotiva, mejorará más un discurso que todo el resto de reglas que se puedan utilizar.
2. Destacar las palabras importantes y subordinar las no importantes. En una conversación normal destacamos dentro de una misma palabra unas sílabas respecto a otras y pronunciamos más lentamente aquellas palabras que queremos destacar del resto. De igual forma, cuando estamos hablando en público tenemos que acentuar aquellas palabras en las que queramos que nuestros oyentes pongan la atención en el discurso y subordinar las no importantes. Debemos pronunciar con fuerza las palabras importantes y decir las otras casi con descuido.
3. Variar el tono de voz. Aunque desde niños aprendimos a recorrer con nuestro tono de voz, cuando conversamos, toda la escala de notas y lo hacemos de manera inconsciente, cuando nos colocamos delante de un público nuestro tono de voz se vuelve monótono. Cuando nos ocurre esto los que nos escuchan dejan de estar atentos al poco tiempo. Sólo cuando podamos dominar nuestro tono de voz podremos dominarnos a nosotros y es en ese momento cuando dominaremos al público.
4. Variar la velocidad del discurso. Si queremos que nuestro discurso sea eficaz y conecte con el público, tenemos que decir rápidamente las palabras de poca importancia y detenernos más tiempo en las que queramos destacar. Dedicar el mismo tiempo a pronunciar la palabra que queremos resaltar, como a cinco o seis de las otras.
5. Hacer pausa antes y después de las ideas importantes. El hacer una pausa, un silencio, es un buen recurso para atraer irresistiblemente la atención del público. También ayuda a despertar el interés del público por lo que vas a contar. El silencio es un instrumento muy poderoso, tanto antes como después de contar conceptos importantes, que no debemos descuidar.
Empieza a ponerlas en práctica tú también y disfruta de tu discurso. ¡Te deseo mucho éxito!
Si estás interesado en conocer estas técnicas, ponte en contacto con nosotros para más información.
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Rosa Cañamero
Socia directora – Execoach