Cada uno de nosotros tiene una serie de creencias personales adquiridas a lo largo de nuestra vida. Algunas son muy simples: nos lavamos los dientes porque creemos que así nunca tendremos caries; fumamos porque creemos que nos tranquiliza o tomamos café porque creemos que nos despierta. Otras son más complejas: creencias con respecto a la familia (“mi familia no funciona sin mí”), con respecto al trabajo (“si soy fiel a mi empresa, nunca tendré problemas de estabilidad laboral”), la salud (“si estoy en mitad de una corriente de aire, me acatarro”), la alimentación (“si hago dieta, adelgazaré”), el sueño (“si no duermo ocho horas, no rindo al día siguiente”) o la herencia genética (“como mi padre sufre de migrañas, yo también las sufriré”).

Como afirma Anthony Robbins en su excelente libro Controle su destino, “el elemento básico que constituye una creencia es una idea. Para transformar la idea en creencia hay que sostenerla con experiencias en la vida que corroboren esa idea a modo de patas que sujetan el tablero de una mesa”. A veces tendremos experiencias en la vida que apoyarán una idea que nos limita y tendremos otras experiencias que apoyarán una idea que contradiga la anterior y que nos potencie. Se nos puede plantear cuál de estas dos creencias es la verdadera; pero la respuesta es que no importa cuál sea. Lo que importa es saber cuál de las dos nos capacita más. La cuestión clave consiste en saber si esa creencia nos fortalece o nos debilita, nos capacita o nos incapacita en nuestra vida cotidiana.

Hay, por lo tanto, dos tipos de creencias: las positivas y las negativas. Las creencias positivas nos impulsan, nos hacen crecer y nos acercan a nuestros objetivos. Las creencias negativas nos limitan, nos frenan y coartan nuestras capacidades.

Es interesante identificar, con la ayuda de un coach que nos acompañe en el camino, qué creencias son útiles, positivas y generadoras de crecimiento en mi vida y cuáles, por el contrario, son negativas, generadoras de limitación y, por lo tanto, inútiles. De esta forma, podremos potenciar las primeras y desechar las segundas o cambiarlas por otras positivas. El coach nos ayudará a encontrar en nuestro interior la respuesta que cada uno de nosotros tiene dentro de sí mismo para prácticamente todo lo que necesitemos. Sucede a menudo que nuestra falta de certidumbre no nos permite utilizar la inmensa capacidad que existe dentro de nosotros.

Tenga en cuenta el poder de sus pensamientos. Como dijo Buda, “Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos.  Con nuestros pensamientos, hacemos nuestro mundo. Somos lo que pensamos”. 

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Rosa Cañamero
Socia Directora-Execoach
Coach Ejecutivo PCC