El famoso psiquiatra Viktor Frankl publicó su más emblemático libro «El hombre en busca de sentido», después de lo que aprendió sobre el ser humano en su terrible experiencia como prisionero en los campos de concentración nazis. Frankl defendía que todos debemos buscar el sentido de nuestra vida, y que puede ser muy diferente para cada persona.
Especialmente significativa es su frase «Nadie nos puede arrebatar la última libertad del ser humano, la libertad para elegir la actitud que adoptamos ante cualquier situación, por crítica que sea.» Y precisamente lo que nos dota de la libertad y la fuerza para levantarnos ante cualquier adversidad es identificar lo que es más importante y significativo para nosotros, de modo que nos sirva de brújula vital. En concreto, cual es nuestra misión o propósito en la vida. A partir de dicha identificación, la clave es tomar las decisiones que nos lleven a cumplir con nuestro propósito, lo que nos aportará plenitud y una vida con sentido.
Si identificar y definir nuestro propósito es tan crucial para los seres humanos, también lo es para las organizaciones. Es lo que se denomina misión empresarial, lamentablemente denostada junto con la visión, a causa de haber sido utilizada como una mera herramienta de marketing y de reputación social corporativa. Si hacemos una rápida investigación por las visiones y misiones empresariales de muchas grandes compañías, encontraremos numerosas frases vacías y poco auténticas, llenas de palabras «de moda» como sostenibilidad, innovación, progreso social, etc. Estas palabras, por supuesto, no tienen nada de malo. Al contrario, son valores fundamentales y de gran significado en el mundo que vivimos, pero no son más que palabras huecas cuando no se realiza una buena definición de visión y misión organizacional.
La visión empresarial constituye la respuesta a estas preguntas:
– ¿En qué queremos convertirnos como organización?
– ¿Dónde queremos estar en el futuro como empresa?
Si quieres profundizar en qué características debe tener una visión organizacional, echa un vistazo a este otro post que escribí sobre ello: Cómo crear una visión empresarial efectiva
Por su parte, la misión o propósito organizacional responde a las siguientes preguntas:
– ¿Para qué queremos convertirnos en esa organización ideal y ambiciosa en el futuro?
– ¿A qué queremos contribuir con nuestra organización?
– ¿Qué necesidades deseamos cubrir de las personas, sociedad o planeta, a través de nuestra visión?
En resumen, la visión representa el Qué, y la misión representa el Para qué, su razón de ser. Ambas son elementos críticos en la construcción de la cultura de una organización. Por ello, los máximos responsables directivos de una compañía, cuando definan o revisen su visión y misión, deben realizar un auténtico ejercicio de introspección, de conexión con sus valores y con lo que verdaderamente quieren aportar a las personas, a la sociedad y al planeta. Es la única forma de definir una misión organizacional motivadora y auténtica, que dote de sentido a la empresa, y que junto con la visión conecte con las motivaciones y necesidades de las personas a las que quiere ofrecer sus servicios o productos (clientes) y de las personas que trabajan cada día en la empresa (empleados) para que den lo mejor de sí mismas.
Por eso, la alta dirección no debe conformarse con una frase bonita carente de contenido, en la que aparezcan palabras que sean «tendencia» sin una verdadera razón de peso. Lo que es habitual es que las misiones empresariales son tan vacías que se podrían intercambiar entre empresas distintas no sólo del mismo sector, sino de empresas de sectores totalmente diferentes. Eso es lo que se debe evitar. Tanto en la visión como en la misión debe haber algo reconocible de la empresa, de lo que la hace única.
Igual que los seres humanos necesitamos construir una frase que represente nuestra visión personal y otra declaración que refleje nuestro propósito en la vida, las organizaciones necesitan hacer lo mismo, definir una visión y una misión organizacional viva, honesta y aspiracional, donde se pueda reconocer aquello que la hace única y diferente. Porque las organizaciones son entes vivos y dinámicos, compuestos de cientos o de miles de personas que cada día trabajan un montón de horas ofreciendo un servicio o fabricando y vendiendo un producto para sus clientes. Si no sienten una fuerte y sincera conexión con la misión, no darán lo mejor de sí mismos, carecerán de compromiso, y eso repercutirá negativamente en la satisfacción de los clientes, y en un medio plazo, en las ventas y los beneficios empresariales.
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Javier Carril
Socio de Execoach
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