El reconocimiento del líder hacia su equipo se ha considerado, hasta hace poco, el factor principal para conseguir la motivación de sus miembros. Sin embargo, cada vez se demuestra más que esto no es suficiente para lograr que un equipo esté realmente motivado para alcanzar resultados extraordinarios. No hay duda de que los integrantes de un equipo sólido deben sentir que pueden contar con su líder cuando se encuentran con un desafío y trabajar en un entorno en el que se sientan libres para expresar sus opiniones de manera sincera y directa, además de sentir que sus ideas son aceptadas y valoradas.
Los líderes tienen que ser catalizadores de sus equipos, siendo humildes, generosos, ambiciosos y sobre todo, confiando en el potencial de sus colaboradores
Para que los equipos maduren y se conviertan en equipos poderosos que transformen las organizaciones, en equipos de alto rendimiento, capaces de ser competitivos y alcanzar buenos resultados; los líderes tienen que ejercer sobre todo de catalizadores de sus colaboradores, siendo humildes, generosos, comunicando de manera clara y efectiva y sobre todo, confiando en el potencial de sus colaboradores. Así, para que se pueda establecer un verdadero clima de trabajo en equipo, es fundamental que el líder sea ante todo un líder inspirador que cree equipo.
Por lo tanto, en este proceso de crear un equipo cohesionado y motivado, el reconocimiento vertical de jefes a colaboradores es muy importante; pero existe otro factor adicional que, cada vez más, se está tenido en cuenta. Las personas que trabajan en equipo necesitan que se les apoye no sólo desde arriba, sino también horizontalmente: cada vez es más importante contar con el reconocimiento, el agradecimiento, el feedback y los ánimos de los compañeros.
Para favorecer este clima de confianza, en el que las personas se sientan comprometidas, implicadas, con ganas de aportar y sintiéndose responsables, los miembros de un equipo deben sentirse escuchados y reconocidos de manera frecuente y objetiva no sólo por su líder sino también por sus propios compañeros.
Desde mi experiencia en procesos de coaching de equipo, observo que, cuando en un equipo o departamento se consigue integrar el hábito de darse ánimos los unos a los otros, de reconocerse de igual a igual, de darse feedback frecuente y de lograr el apoyo mutuo, los equipos son capaces de generar una verdadera atmósfera de confianza y cooperación para desplegar así todo su potencial.
Un equipo poderoso que consigue resultados extraordinarios es aquel que tiene claro que el éxito no se alcanza gracias a un líder poderoso, sino a un equipo con poder. Y esto solo es posible cuando el líder fomenta que en el equipo que se ejerza un liderazgo compartido.
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