El teletrabajo está parcial o totalmente integrado dentro de las empresas. Hoy en día es raro ver una empresa que no tenga ni un día de teletrabajo en puestos de oficina. Sin embargo, las corporaciones no terminan de estar totalmente convencidas del equilibrio entre beneficios y peligros para alcanzar los objetivos.
Dentro de las amenazas que conlleva el trabajo en remoto, es el aislamiento. Una persona se puede sentir aislada socialmente de sus compañeros y del mundo exterior. Esto puede conllevar problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Lo preocupante de este aspecto, es que muchas veces no somos conscientes de los efectos a largo plazo que el aislamiento produce en la psique de las personas.
El teletrabajo además requiere, en general, una mayor responsabilidad y disciplina personal. Si no se establecen límites claros y se mantiene una estructura de trabajo adecuada, puede ser fácil perder el enfoque y la productividad. La mejor forma para gestionar esto es establecer objetivos con indicadores clave que monitoreen el trabajo, aunque no siempre es fácil.
El teletrabajo parcial, potencia los buenos equipos y deteriora los mediocres
Por otra parte, muchas personas no se dan cuenta de la importancia de trabajar en una silla ergonómica y con una calidad de iluminación que no provoque fatiga visual. En las casas particulares no todo el mundo puede disponer de luz natural o un escritorio con las condiciones necesarias para estar 8 horas sentado.
Por último, la dificultad para separar el trabajo de la vida personal. Trabajar desde casa puede hacer que sea difícil separar el trabajo de la vida familiar, lo que puede afectar a las relaciones. La falta de una desconexión clara entre el trabajo y la vida personal crea en algunas ocasiones que los trabajadores no perciban una separación clara entre los dos mundos y esto genere una sensación de agotamiento.
Sin embargo, el teletrabajo está muy demandado en la sociedad porque es cómodo. Y ahí está el problema. El exceso de comodidad fomenta psicológicamente que las personas no sientan el esfuerzo como una necesidad para lograr metas, sino que lo vean como un obstáculo para alcanzarlas y el cerebro aprende conductas rápidamente que se extrapolan al resto de áreas de nuestra vida.
Adaptar el teletrabajo a cada equipo es la clave de esta nueva forma de trabajar
El esfuerzo y la disciplina son características que tienen las personas que alcanzan el éxito tanto profesional como personal. Sin estas, por supuesto que se pueden alcanzar metas, sin embargo, si escuchas a las personas más exitosas en el mundo empresarial, prácticamente todas te indican que la creación de hábitos que fomenten la disciplina es algo imprescindible para llegar a los objetivos que te propongas.
Ahora bien, el teletrabajo puede ofrecer también muchos beneficios como son la conciliación entre vida personal y profesional, el ahorro de tiempo y de dinero por no tener que desplazarnos y mayor concentración en tareas que requieren mucho silencio y pocas distracciones externas. Además, al ser una medida tan popular, ayuda a retener mejor el talento o en algunos casos a atraerlo.
Una de las conclusiones que he sacado estos últimos años preguntando a diferentes equipos de muchos tipos de culturas corporativas, es que el teletrabajo de uno o dos días a la semana potencia y fortalece a los buenos equipos y deteriora aquellos en los que el rendimiento ya era bajo.
En definitiva, el teletrabajo es una gran propuesta para mantener la motivación de las personas, sin embargo, para llevarlo a cabo hay que hacerlo implantando mecanismos de control de productividad así como adaptar el estilo de liderazgo a uno más moderno.
Ángel Martínez Marcos
Coach Ejecutivo & Consultor de Transformación Cultural
www.amartinez.net
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