La pasada semana estuve impartiendo dos talleres relacionados con la motivación para dos diferentes compañías. ¿Casualidad? En mi opinión, no es casualidad, es fruto de los tiempos que estamos viviendo y en concreto, en la empresa.
La motivación está totalmente relacionada con el trabajo en equipo, cuando hablamos de entornos laborales. Y de hecho, en todos los talleres de coaching grupal que realizo para empleados de empresas, siempre hay una petición común que realizan: que seamos un equipo.
El hecho de no sentirse como un solo equipo implica que los departamentos no trabajan de forma colaborativa, que la información no se comparte y no fluye por los canales que debería, que las personas se cierran en su territorio departamental como si sus compañeros de otros departamentos no pertenecieran a la empresa. La confianza no existe, ha desaparecido. Y cada grupo tiene sus objetivos particulares, a veces en confrontación con los objetivos de otros grupos de la empresa, llegando a una situación totalmente absurda, y por supuesto, desmotivante. Porque cuando uno está a la defensiva, desconfiando de mi propio compañero, es imposible la motivación y el alto rendimiento. Y todo esto tiene un coste altísimo a nivel de competitividad de la empresa.
¿Por qué la dirección de las empresas no abordan en profundidad este aspecto? ¿Una sesión de 3 horas de coaching grupal es la solución a un problema tan profundo? No, desde luego que no. Ayuda a elevar la conciencia del colectivo y a sembrar una semilla, pero no se puede solucionar un problema de meses o incluso de años en una sesión de 3 horas. Se debe seguir trabajando, con un compromiso total, ayudándose de las herramientas existentes en el mercado, como el coaching de equipos, la formación y entrenamiento de los directores en liderazgo y trabajo en equipo, e incluso la formación de todos los empleados en mejorar su actitud. Pero debe confeccionarse un plan a medio largo plazo. Lo que nos encontramos habitualmente es la búsqueda de soluciones cortoplacistas y rápidas por parte de la Dirección de la empresa, algo parecido a un milagro que lógicamente nunca se produce.
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Javier Carril
Socio de Execoach
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