Como dijo Aristóteles ”el todo es más que la suma de sus partes”. Muy acertado en sus enseñanzas y buen axioma para introducir la temática de hoy sobre el equipo como sistema. Aristóteles enfatizó la importancia de cultivar virtudes individuales para llevar una vida buena y ética (ética de la virtud). En el contexto del trabajo en equipo, esto se traduce en fomentar virtudes como la honestidad, la empatía, la responsabilidad y la cooperación entre los miembros de un equipo, para promover un ambiente más positivo y colaborativo.

Cuando hablamos de la mirada sistémica en el trabajo en equipo, nos referimos a la perspectiva de considerar al equipo como un sistema interconectado, en el cual las partes individuales interactúan y se influyen de manera determinante para lograr objetivos comunes. La visión sistémica busca comprender las relaciones y dinámicas entre todos los miembros, para que contribuyan al funcionamiento general del equipo.

Qué aporta un equipo como sistema:

  • En las relaciones e interacciones, cada miembro del equipo es reconocido y sus acciones están interconectadas. Lo que hace uno puede tener efectos en los demás y en el equipo en su conjunto. En lugar de centrarse únicamente en las habilidades y competencias individuales, es crucial considerar cómo las personas interactúan entre sí. Las dinámicas de comunicación, confianza y respeto influyen en el rendimiento, colaboración y eficacia del equipo.
  • La comunicación es abierta y honesta, los miembros del equipo comparten información de manera transparente para garantizar que todos tengan la comprensión correcta de los objetivos, tareas y desafíos. Una comunicación deficiente puede llevar a malentendidos y a un funcionamiento deficiente del equipo. Por eso, en un entorno de claridad, todos se sienten cómodos compartiendo sus ideas, preocupaciones y sugerencias.
  • En los roles y responsabilidades, cada miembro tiene un papel y responsabilidad específica bien definida, que evita solapamientos o brechas en las competencias. El enfoque sistémico encaja estos roles y los unifica en una fortaleza común que contribuye al éxito general del equipo.
  • Se fomenta una cultura de feedback y aprendizaje, donde la retroalimentación y la exploración son una constante entre los miembros del equipo. El feedback es bien recibido y utilizado para el crecimiento. Incluyen elogios por el trabajo bien hecho y sugerencias constructivas para mejorar. Un buen feedback ayuda a ajustar el rendimiento individual y colectivo. Las reflexiones constantes sobre lo que está funcionando y lo que podría mejorarse les ayuda a evolucionar como equipo.
  • Las decisiones que se toman en el equipo descienden a todos sus miembros y al objetivo conjunto. El enfoque sistémico implica considerar cómo las decisiones impactarán a largo plazo y evaluarán las implicaciones para todo el equipo, no solo a nivel individual.
  • Los conflictos son inevitables en cualquier equipo, sin embargo, desde una perspectiva sistémica, se abordan de manera constructiva y respetuosa, buscando soluciones que beneficien a todos y considerando cómo pueden afectar las dinámicas y la cohesión del equipo. Resolviendo los conflictos de manera eficaz, se promueve un ambiente de trabajo armonioso y productivo, llegando a un mayor entendimiento y fortalecimiento del equipo.
  • Flexibilidad y adaptabilidad. Los equipos son sistemas vivos y cambiantes, por eso se centran en la importancia de ser flexibles y capaces de adaptarse a los cambios en los objetivos, las condiciones del entorno y las dinámicas internas. El enfoque sistémico implica estar dispuesto a ajustar la estructura y los procesos del equipo según sea necesario.
  • Orientación a resultados. Aunque se centra en la interconexión y las relaciones, el enfoque sistémico aún valora los resultados y los objetivos alcanzados por el equipo. El rendimiento del equipo es el resultado de la colaboración efectiva y la interacción entre sus miembros.
  • Comprenden la diversidad, reconocen y valoran las diferencias en experiencias, habilidades, antecedentes culturales y perspectivas entre los miembros del equipo, lo que enriquece la toma de decisiones y la creatividad del grupo.
  • Fomentan la colaboración. En lugar de una competencia interna, promueven la colaboración entre los miembros del equipo. Cuando las personas se sienten apoyadas y valoradas, están más dispuestas a compartir ideas y ayudarse entre ellas.
  • Consideran el contexto y los objetivos. Entienden el contexto más amplio en el que opera el equipo y mantienen en mente los objetivos a largo plazo, ya que saben que es esencial para tomar decisiones informadas y coherentes.
  • Practican el liderazgo compartido, en lugar de depender únicamente de un líder central. Fomentan la distribución del liderazgo entre los miembros del equipo. Esto permite que todos aporten sus fortalezas, sean una fortaleza como equipo y se sientan empoderados en el proceso.

El trabajo en equipo como sistema, implica tener una visión holística y a largo plazo. Se trata de valorar las relaciones e interacciones entre los miembros del equipo, en lugar de enfocarse en las tareas individuales. Al abordar los desafíos y oportunidades desde esta perspectiva, es más probable que el equipo alcance sus objetivos de manera eficiente y sostenible.

«Individualmente, somos una gota. Juntos, somos el mar». Ryunosuke Satoro, escritor japonés.

 

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Carmen Celemín
Coach ejecutivo & Coordinadora de Proyectos
Instagram@carmencelemincoach